El ser humano no posee solamente exterioridad, que es su expresión corporal.
Ni solo interioridad, que es su universo psíquico interior. Está dotado también de profundidad, que es su dimensión espiritual.
Los mundos marinos actúan como espacios flotantes para la contemplación y el descubrimiento de tesoros vastos e inimaginables.
En el maravilloso universo acuático, existen dos tipos de profundidades marítimas, las cálidas y las frías. El océano Artico es un ejemplo de profundidades frías, uno de los océanos más ricos en peces y aguas tan heladas que superan los 40 grados Celsius bajo cero. Por el contrario, los arrecifes de coral se caracterizan por pertenecer a profundidades cálidas superior a los 20 grados Celsius.
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